La pérdida del lenguaje es uno de los síntomas más dolorosos y difíciles de la demencia, tanto para quien la padece como para sus seres queridos. Ver a alguien que antes se comunicaba con claridad quedarse en silencio puede generar tristeza, frustración e impotencia. Pero, ¿por qué sucede esto?
¿Qué ocurre en el cerebro?
La demencia, especialmente el Alzheimer, destruye progresivamente las neuronas que necesitamos para pensar, recordar y comunicarnos. Las áreas del cerebro responsables del lenguaje —como el lóbulo temporal y el área de Broca— se van deteriorando poco a poco, lo que afecta:
• La comprensión del lenguaje.
• La capacidad de encontrar palabras.
• La formación de frases.
• El control de los músculos para hablar.
También se ve afectada la memoria, la atención y la coordinación, lo que hace aún más difícil que la persona mantenga una conversación.
¿Cómo se manifiesta esta pérdida?
La dificultad para hablar no aparece de un día para otro, sino que suele avanzar por etapas:
1. Olvido de palabras simples (“dame eso”, “esa cosa”).
2. Repetición de frases o ideas.
3. Respuestas vagas o fuera de contexto.
4. Disminución del habla hasta llegar al silencio total en fases avanzadas.
El lenguaje no verbal sigue vivo
Aunque ya no hablen, las personas con demencia siguen sintiendo y comunicándose de otras formas:
• Miradas
• Caricias
• Gestos
• Música
• Tonos de voz
• Emociones compartidas
La conexión humana no desaparece con las palabras.
¿Cómo podemos acompañarlos?
No corrijas, acompaña.
Háblales con suavidad y frases cortas.
Mantén contacto visual y físico si lo permiten.
Cántales, toma su mano, dales seguridad.
Recuerda que siguen siendo ellos… aunque no puedan expresarse como antes.
Reflexión final
Perder el lenguaje no significa perder la dignidad. Detrás del silencio hay una persona que sigue necesitando amor, respeto y compañía.
Hablemos con el corazón. Escuchemos con paciencia. Cuidemos con compasión.